domingo, 20 de noviembre de 2011

Cero. El por qué.

Vivir es como escribir. De nada sirve hacerlo rápido si no vas a dejarte la piel en ello, si no vas a disfrutar haciéndolo; si al final, el resultado no es el que tú quieres, el que tú imaginas, o si te queda el remordimiento de haberte dejado en el camino o en las páginas anteriores. Todo lleva su tiempo: también escribir, también vivir.

Es indispensable hacerlo para hacer las cosas bien. Lo que se hace a contrarreloj nunca funciona, y vivir demasiado rápido sólo está al alcance de aquellos que no saben fijarse en los pequeños detalles, aquellos que hacen que una historia valga la pena. Aquellos que hacen que la vida, si se sabe vivir bien, sea tan y tan bonita. Con sus buenos y sus malos momentos, sí, pero al fin y al cabo, bonita. Como una buena historia. No todos los párrafos van a dejarte sin respiración, ni todos van a ser nefastos.

Porque la vida es como una historia. Hay que saber bien dónde poner un coma, en qué momento debemos tomarnos una pausa para pensar dónde estamos y qué hacemos, de dónde venimos y a dónde vamos, a quién queremos y a quién nos gustaría olvidar. O dónde poner un signo de exclamación o uno de interrogación, para saber qué instantes son los mejores para mostrar aquello que sentimos, aquello que nos preguntamos, intentando buscar respuestas que no siempre alcanzamos. Y qué importante es saber distinguir el momento en el que hay que poner un punto y seguido, tres puntos suspensivos…o un punto y final. Y es que del “ha pasado esto, y ahora pasará tal”, al “se acabó, no hay vuelta atrás”, pasando por el “qué hubiera pasado si…” hay mucho trozo. A veces, demasiado.

Porque en la vida, como en todo aquello que escribimos, no todos los comienzos felices acaban bien, ni todos los malos primeros pasos acaban mal: también hay historias tristes que acaban sonriendo, historias que sonríen y terminan por llorar. Porque los libros guardan las palabras, y nuestros corazones, los recuerdos.

Y por que todo lo que escribimos no es más que el reflejo de aquello que alguien piensa, siente, dice o escribe. Y porque al fin y al cabo, cualquier persona se convierte en la escritora de su vida.


No hay comentarios:

Publicar un comentario